martes, 18 de diciembre de 2012

Soledad


Porque siempre que necesitas que confíen en ti son las personas que más quieres las que dudan?? Una simple discusión que no sé ni cómo empezó y es precisamente eso lo que está llevando mi corazón a la triste basura
Solo necesito una sola persona que confié en mí, solo una
Estoy cansada de falsas amistades, de falsas relaciones, de supuestos te entiendo…
No necesito que nadie me escuche que nadie me crea que nadie hable conmigo que me entiendan… solo alguien que confié en mí,
Alguien que escuche lo que escuche, o haga lo que haga, simplemente confié en mí
Llegados a este punto entiendo porque no quiero estar con la gente, entiendo porque solo soy feliz cuando estoy en casa enfrente del ordenador creando mi propio mundo, donde todo es perfecto y no necesito nada de nadie.
Me estoy dando cuenta que puede que ni yo misma crea ya en mí, y quizás eso sea lo que más duela en este mundo, porque cada vez que en mi mente aparece estos pensamientos las lágrimas resbalan por mis mejillas sin poder detenerlas ni un segundo.
Ahora nada hace que sonría… quizás mañana, después de que despierte mi corazón se haya vuelto a cerrar detrás de la pared que habitualmente lo esconde, y quizás sonría como si nada pasase, pero la realidad será que esa sonrisa es grito pidiendo ayuda.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Rima LXVI Gustavo Adolfo Becquer


¿De dónde vengo...? El más horrible y áspero
de los senderos busca:
Las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura,
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿A donde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Sueño de muerte


Lagrimas que agotan mi alma pero no eliminan peso del sufrimiento que la vida nos regala.
Toda y cada una de las noches que pase sin ti, desde aquel momento en el que decidiste irte para no volver… todas y cada una de ellas forman la pesadilla que es mi vida…
Las lagrimas no ayudan, el sueño no llega y cuando lo hace esta llenos de imágenes de tu despedida y de la de ella. Ya no duermo, no como, no respiro, no vivo… mi vida y mi alma se ha roto en miles de pequeños trozos desapareciendo en cada una de las miles de lágrimas que por mis mejillas resbalaron.
Sinceramente no se si en mi cuerpo hay vida, alma o algún resto de lo que era en aquellos momentos. Llevo semanas sin ver la luz del sol, no hay nada que me invite a salir, a vivir…
En estos momentos solo me queda esperar, esperar a que la muerte me lleve en sus alas negras para reunirme contigo, para estar de nuevo junto a ti y junto a ella…
¿Por qué os tuvisteis que ir los dos? No entiendo el motivo, no entiendo que he hecho en esta vida para que el mismo día que se reunía a nuestra vida un ángel de amor, muera el ángel y con él, el amor…

Mi mente, mi alma, mi corazón, mi cuerpo no soportaran mas esta vana existencia de vacío, soledad y oscuridad a la cual me he entregado voluntariamente.
Si pudiera hacer algo… ¡lo que sea!... cualquier cosa por estar juntos otra vez…  pero no tengo nada que entregar, nada que pueda hacer para haceros regresar. Si existiera la forma de volver al pasado y evitar… borrar aquel día de la existencia, que nunca hubiera existido, que nunca hubiera…
Nunca creí en dios, pero en estos momentos desearía poder llamarlo… daría lo que fuera por hacer desaparecer lo ocurrido, mi alma… mi alma que ahora nada segueta a todas aquellas lagrimas que ahora inundan muestro salón.
No hay luz… no hay agua… hace semana que las cortaron… solo espero mi final con absoluta y total agonía.
A cada latido mi corazón se encoge un poco mas por el dolor abrumador… mis gritos inundan el silencio…
Si aun me quedara el valor suficiente para acabar con este dolor… pero no puedo llegar a hacer algo que sé que él nunca me hubiera permitido… aun así tampoco hago nada para continuar mi vida… aunque sé que esta desapareció en el momento exacto q la de ellos dos volaron…
Nadie se percató de mi inexistencia… nadie vino a buscarme… a nadie le importaba…
Mi vida no tenía sentido, no tenia sentido sin él, sin ella,…
Por los agujeros de las persianas podía ver pasar los días… hacia poco había vuelto a ve las luces del amanecer… sin embargo hacia horas que era incapaz de ver absolutamente nada… mi vista había desaparecido, mi cuerpo había comenzado a apagar cada uno de los procesos que me mantenían en esta cárcel de dolor. Estaba esperando ya a la muerte con cierta satisfacción, no deseaba la vida, no deseaba el mundo…
No sentía las manos, ni los pies. No sentía mi rostro, no sentía nada de los restos que era mi cuerpo…
Un peso asfixiante oprimía mi mente  y mi alma. Una basta oscuridad me engullía lo que quedaba de mí. Sentía el peso de la vida y de la muerte unida sobre mí.
La oscuridad me llevaba a lo que parecía un dulce y calmado sueño… sueño que abrace con gloriosa satisfacción.
Sueño que se llevo mi vida…

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Rima III Gustavo Adolfo Becquer

Sacudimiento extraño
que agita las ideas,
como huracán que empuja
las olas en tropel;
murmullo que en el alma
se eleva y va creciendo
como volcán que sordo
anuncia que va a arder;
deformes siluetas 
de seres imposibles;
paisajes que aparecen
como a través de un tul:
colores que fundiéndose
remedan en el aire
los átomos del Iris
que nadan en la luz
ideas sin palabras 
palabras sin sentido;
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás;
memorias y deseos
de cosas que ya no existen;
accesos de alegría 
impulsos de llorar;
actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse;
sin rienda que lo guíe
caballo volador;
locura que el espíritu
exalta y enardece
embriaguez divina
del genio creador...
¡Tal es la inspiración!
gigante voz que el caos
ordena en el cerebro,
y en la sombre hace 
la luz aparecer;
brillante rienda de oro
que poderosa enfrena
de la exaltada mente
el volador corcel;
hilo de luz que en haces
los pensamientos ata;
sol que las nubes rompe
y toca en el cenit;
inteligente mano 
que en un collar de perlas
consigue las indóciles
palabras reunir;
armónico ritmo
que con cadencia y número
las fugitivas notas 
encierra en el compás;
cincel que bloque muerde
la estatua moldeando
y la belleza plástica
añade al ideal;
atmósfera en que giran 
con orden las ideas,
cual átomo que agrupa
recóndita atracción;
raudal en cuyas ondas
su sed la fiebre apaga;
oasis que el espíritu
devuelve con vigor...
¡Tal es nuestra razón!
con ambas siempre en lucha
y de ambas vencedor,
tan solo el genio puede
a un yugo atar las dos.

Noche oscura en la estación


Aunque estuviera  en el lugar más maravilloso de la tierra no cambiaría nada, el dolor seguiría estando ahí.
Estaba sentada en un banco de la estación, como tantas otras veces, esperándote. Pero sabía que esta vez no vendrías. Que por mucho que esperara, que aunque mirara a cada persona que bajaba de cada uno de los trenes, tu no estarías.
Ya era tarde, la luz había desaparecido por completo, y no llegaría ningún tren más hasta el día siguiente.
Una parte de mi sabía que tenía que regresar a casa, que no debería quedarme más tiempo aquí sola, pero mi cuerpo y alma se negaban a obedecer.
El dolor oprimía mi corazón con fuerza con cada fugaz pensamiento sobre ti. Ya no lograba que las lágrimas abandonaran mis ojos.
Al recordarte mi corazón se encogía, mi garganta luchaba por gritar y mis ojos no dejaban de sangrar lentamente cada pedazo de mi maltrecha alma.
Mi mente es tuya, mi corazón es tuyo, y mi alma vuela hecha lágrimas a buscarte...

Ya no quiero llorar más

Siento como en cada lágrima de mis ojos se me escapa el alma y en mis ganas de vivir... ya no quiero llorar más... Pero siento como esta soledad me consume y como caigo e este abismo de tristeza sin tener nada a que agarrarme, no hay nadie que me extrañe... Observo mi alrededor y la única que siempre está mi loca y desquiciada soledad...
Este dolor que desangra lo poco que queda de mi corazón, no lo deja latir, no me permite respirar...
Más cierro mis ojos intentando no llorar más... y tan solo... tan solo ahogo mis sollozos para que en esta fría noche, como nunca, lo único que escuche sea el silencio...
Ya no quiero llorar por la ausencia, por los recuerdos que laceran, por las promesas rotas, por las palabras desvanecidas en el aire, por la triste realidad.
La ausencia del calor de tus brazos intensifican el frío de mi alrededor, un frio que quema, que calla mis gritos de dolor y esos gritos callados explotan en mi interior, sintiéndolos como diminutos fragmentos de hermosos cristales, llenos de veneno fulminante...
Ya no quiero llorar más, no en la agonía de mi efímera vida...

viernes, 16 de noviembre de 2012

La noche más feliz de mi vida

La verdad es que esa noche me lo había pasado realmente bien, pero no podía quedarme más, al día siguiente tenia que madrugar y no me apetecía andar con sueño en el trabajo.
Caminaba en silencio hacia casa, hacia el parque de mi barrio que siempre cruzaba para evitar dar rodeos. Hacia mucho frío esa noche. Llevaba las manos congeladas metidas en los bolsillos de mi pantalón, con la bufanda dando dos vueltas a mi cuello y la cazadora bien abrochada. Aun así el frío era intenso.
No se veía a nadie en la calle, no se si debido al frío o a la hora, pero la calle estaba desierta.
No podía creer como hacia tanto frío en una noche de finales de marzo. Ese pensamiento me recordó a una noche igual de fría cuando tenía 17 años. Ya hacía 6 años de eso, y aun así no podía olvidar nada de lo ocurrido… el tiempo que pasemos juntos será inolvidable, y desde que lo conocí a él no he podido fijarme en nadie más. Sé que es una tontería, pero aun lo sigo amando. Cómo podría olvidar a esos labios susurrándome al oído palabras tan dulces, que inundaban mi corazón con ese sentimiento tan cálido que hacía revolotear en mi estomago a mil mariposas, dejándome casi sin respiración para evitar perderme cada una de esas palabras. Con el recuerdo recorría un escalofrío todo mi cuerpo y una lágrima caliente resbalaba por mi mejilla como si escapara de mi corazón el calor que el recuerdo aun hacía despertar.
Ya había entrado en el parque cuando me di cuenta que en uno de los bancos había un chico sentado, tendría aproximadamente unos 18 años, o eso me parecía a mí porque la farola que estaba junto a él estaba apagada y no se veía muy bien. Estaba pensando en cambiar de rumbo por miedo de que fuera un atracador o algo peor, pero en ese momento levanto la cabeza y miro a la luna que estaba suspendida encima de nosotros.
Un escalofrío intenso recorrió todo mi cuerpo con brutal intensidad dejándome totalmente paralizada. No podía creer lo que veía, era imposible… pero mis ojos no me engañaban estaba ahí. Las lágrimas salieron a borbotones de mis ojos, mis piernas temblaron y caí al suelo con los ojos totalmente abiertos.
El giro su rostro hacia mí al sentir el ruido de mi caída. Una sonrisa acudió a sus labios pero al momento las lágrimas también inundaron sus ojos.
Yo seguía en el suelo sin poder moverme, totalmente indiferente al frío de la calle.
No podía creer lo que veían mis ojos, no podía, y sin embargo ahí estaba él levantándose del banco y dirigiéndose a mí mientras las lágrimas aun caían por sus mejillas, al mismo tiempo que las mías.
Cuando finalmente llego a mi altura, se arrodillo justo enfrente de mí y me abrazó fuertemente, del mismo modo que me abrazó en ese callejón sucio del centro de la ciudad, como me abrazo justo después de recibir por mi la puñalada de un atracador después de llevase todo el dinero que teníamos encima. Como el abrazo que me dio diciendo te quiero mientras sus brazos se relajaban y caían al suelo mientras sus ojos se cerraban para nunca despertar.
-No deberías estar aquí.- me dijo muy serio.- No deberías de estar aquí.- repitió en un sollozo.
Yo no era capaz de decir ni una sola palabra. Todo me superaba. No podía creer que esos mismos brazos de nuevo estuvieran abrazándome, no podía ni soñar con escuchar esa voz hablándome otra vez como antes. Solo era capaz de decir lo que mi corazón gritaba con todas sus fuerzas.
-No me dejes,… no te vallas,… te quiero.- dije casi en un susurro.
-No lo haré, lo prometo. Nunca más me alejare de ti, nunca más me separaré de ti.
Cuando oí esas palabras estiré mis brazos y también lo abrace con fuerza colocando mi cabeza en su hombro. No sabía porque estaba él allí, ni que había pasado pero no quería soltarlo, tenía la sensación que si lo soltaba desaparecería.
No sabía cuanto tiempo llevábamos en la misma postura sin decir nada, sin movernos ni un milímetro, hasta que él habló.
-¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás aquí tan pronto?- yo seguía sin soltarle sin moverme.- tranquila no me voy a ir a ningún lado, te lo he prometido, ya no nos separaremos más.
Lentamente solté mi lazo pero buscando y agarrando su mano al mismo tiempo que me separara para mirarlo a la cara.
Mis lágrimas seguían cayendo al suelo mientras el estiraba su mano para alcanza mi otra mano y también agarrarla.
-No entiendo lo que me dices,- dije al final como respuesta a su pregunta.- no a pasado nada, solo iba de camino a casa, como siempre.
A cada palabra mi voz se apagaba cada vez más y más. No tenia fuerzas para hablar. La impresión de volver a verle, tocarle escuchar su voz,…
-¿No sabes lo que te ha pasado?
-No me a pasado nada…- en ese momento una imagen vino a mi cabeza.
Acababa de despedirme de mis amigas en el la acera, me disponía a cruzar la carretera después de cerciorarme de que el semáforo estaba verde. Di dos pequeños pasos y oí un grito, giré la cabeza hacia el sonido y vi los faros de un coche acercándose a mi a gran velocidad, mire hacia donde mis amigas y vi de que el grito procedía de ellas que me miraban con terror en los ojos. Sentí un gran golpe en las piernas y después todo desapareció. El recuerdo siguiente era estar caminando en dirección al parque.
Ahora entendía lo que me había pasado, ahora en tendía porque me preguntaba y porque nada más verme me dijo que no debería estar allí. Ahora entendía todo, había muerto, realmente había muerto en el accidente, por eso estaba allí con él.
Nuevas lágrimas cayeron pensando en todo lo que había dejado a tras. Mi vida, a mi familia, a mis amigas,… pero una sonrisa acudió a mis labios al pensar en la promesa que me acababa de hacer y sabía que cumpliría.
Me aproxime a él y presione mis labios contra los suyos. Solo podía pensar que nunca más nos volveríamos a separar.