viernes, 16 de noviembre de 2012

La noche más feliz de mi vida

La verdad es que esa noche me lo había pasado realmente bien, pero no podía quedarme más, al día siguiente tenia que madrugar y no me apetecía andar con sueño en el trabajo.
Caminaba en silencio hacia casa, hacia el parque de mi barrio que siempre cruzaba para evitar dar rodeos. Hacia mucho frío esa noche. Llevaba las manos congeladas metidas en los bolsillos de mi pantalón, con la bufanda dando dos vueltas a mi cuello y la cazadora bien abrochada. Aun así el frío era intenso.
No se veía a nadie en la calle, no se si debido al frío o a la hora, pero la calle estaba desierta.
No podía creer como hacia tanto frío en una noche de finales de marzo. Ese pensamiento me recordó a una noche igual de fría cuando tenía 17 años. Ya hacía 6 años de eso, y aun así no podía olvidar nada de lo ocurrido… el tiempo que pasemos juntos será inolvidable, y desde que lo conocí a él no he podido fijarme en nadie más. Sé que es una tontería, pero aun lo sigo amando. Cómo podría olvidar a esos labios susurrándome al oído palabras tan dulces, que inundaban mi corazón con ese sentimiento tan cálido que hacía revolotear en mi estomago a mil mariposas, dejándome casi sin respiración para evitar perderme cada una de esas palabras. Con el recuerdo recorría un escalofrío todo mi cuerpo y una lágrima caliente resbalaba por mi mejilla como si escapara de mi corazón el calor que el recuerdo aun hacía despertar.
Ya había entrado en el parque cuando me di cuenta que en uno de los bancos había un chico sentado, tendría aproximadamente unos 18 años, o eso me parecía a mí porque la farola que estaba junto a él estaba apagada y no se veía muy bien. Estaba pensando en cambiar de rumbo por miedo de que fuera un atracador o algo peor, pero en ese momento levanto la cabeza y miro a la luna que estaba suspendida encima de nosotros.
Un escalofrío intenso recorrió todo mi cuerpo con brutal intensidad dejándome totalmente paralizada. No podía creer lo que veía, era imposible… pero mis ojos no me engañaban estaba ahí. Las lágrimas salieron a borbotones de mis ojos, mis piernas temblaron y caí al suelo con los ojos totalmente abiertos.
El giro su rostro hacia mí al sentir el ruido de mi caída. Una sonrisa acudió a sus labios pero al momento las lágrimas también inundaron sus ojos.
Yo seguía en el suelo sin poder moverme, totalmente indiferente al frío de la calle.
No podía creer lo que veían mis ojos, no podía, y sin embargo ahí estaba él levantándose del banco y dirigiéndose a mí mientras las lágrimas aun caían por sus mejillas, al mismo tiempo que las mías.
Cuando finalmente llego a mi altura, se arrodillo justo enfrente de mí y me abrazó fuertemente, del mismo modo que me abrazó en ese callejón sucio del centro de la ciudad, como me abrazo justo después de recibir por mi la puñalada de un atracador después de llevase todo el dinero que teníamos encima. Como el abrazo que me dio diciendo te quiero mientras sus brazos se relajaban y caían al suelo mientras sus ojos se cerraban para nunca despertar.
-No deberías estar aquí.- me dijo muy serio.- No deberías de estar aquí.- repitió en un sollozo.
Yo no era capaz de decir ni una sola palabra. Todo me superaba. No podía creer que esos mismos brazos de nuevo estuvieran abrazándome, no podía ni soñar con escuchar esa voz hablándome otra vez como antes. Solo era capaz de decir lo que mi corazón gritaba con todas sus fuerzas.
-No me dejes,… no te vallas,… te quiero.- dije casi en un susurro.
-No lo haré, lo prometo. Nunca más me alejare de ti, nunca más me separaré de ti.
Cuando oí esas palabras estiré mis brazos y también lo abrace con fuerza colocando mi cabeza en su hombro. No sabía porque estaba él allí, ni que había pasado pero no quería soltarlo, tenía la sensación que si lo soltaba desaparecería.
No sabía cuanto tiempo llevábamos en la misma postura sin decir nada, sin movernos ni un milímetro, hasta que él habló.
-¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás aquí tan pronto?- yo seguía sin soltarle sin moverme.- tranquila no me voy a ir a ningún lado, te lo he prometido, ya no nos separaremos más.
Lentamente solté mi lazo pero buscando y agarrando su mano al mismo tiempo que me separara para mirarlo a la cara.
Mis lágrimas seguían cayendo al suelo mientras el estiraba su mano para alcanza mi otra mano y también agarrarla.
-No entiendo lo que me dices,- dije al final como respuesta a su pregunta.- no a pasado nada, solo iba de camino a casa, como siempre.
A cada palabra mi voz se apagaba cada vez más y más. No tenia fuerzas para hablar. La impresión de volver a verle, tocarle escuchar su voz,…
-¿No sabes lo que te ha pasado?
-No me a pasado nada…- en ese momento una imagen vino a mi cabeza.
Acababa de despedirme de mis amigas en el la acera, me disponía a cruzar la carretera después de cerciorarme de que el semáforo estaba verde. Di dos pequeños pasos y oí un grito, giré la cabeza hacia el sonido y vi los faros de un coche acercándose a mi a gran velocidad, mire hacia donde mis amigas y vi de que el grito procedía de ellas que me miraban con terror en los ojos. Sentí un gran golpe en las piernas y después todo desapareció. El recuerdo siguiente era estar caminando en dirección al parque.
Ahora entendía lo que me había pasado, ahora en tendía porque me preguntaba y porque nada más verme me dijo que no debería estar allí. Ahora entendía todo, había muerto, realmente había muerto en el accidente, por eso estaba allí con él.
Nuevas lágrimas cayeron pensando en todo lo que había dejado a tras. Mi vida, a mi familia, a mis amigas,… pero una sonrisa acudió a mis labios al pensar en la promesa que me acababa de hacer y sabía que cumpliría.
Me aproxime a él y presione mis labios contra los suyos. Solo podía pensar que nunca más nos volveríamos a separar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario